Con la escasez de agua en Colombia, especialmente en Bogotá, se abren peligrosas conversaciones como la que propone hoy El Tiempo: ¿debería Colombia aprovechar su agua subterránea?
Sin embargo, una solución como esta puede tener consecuencias irreversibles, sobre todo en el caso del abastecimiento de una ciudad sobrepoblada como Bogotá y que tiene un consumo que hoy supera los 15 m3/segundo.
Los más de 68.000 puntos de extracción identificados por el IDEAM en Colombia y el hecho de que “pese a que el 78 % del territorio podría aprovechar este tipo de acuíferos, solo se conoce el 15 % de estos sistemas” ponen sobre la mesa la posibilidad que parece lógica. ¿Por qué desaprovechar estos recursos?
Las problemáticas son múltiples: El descenso en el nivel de agua de los acuíferos como resultado de la extracción excesiva resulta en la concentración de agentes contaminantes y puede provocar una caída de los niveles de agua subterránea, lo que dificulta el acceso al agua en el futuro y, en zonas costeras, puede hacer que el agua se salinice, tornandola impotable. Además, estas prácticas pueden llevar a desequilibrios del medio ambiente, como la pérdida de humedales y ecosistemas asociados, afectando negativamente la flora y fauna. Más que la excepción, estos problemas son una constante en los sistemas de explotación de agua subterránea en todo el mundo, que en Bogotá podríamos evitar. Basta con recordar el ejemplo de ciudad de México, donde la sobreextracción de agua subterranea está haciendo que, literalmente, la ciudad se esté hundiendo. O New Orleans, en una situación análoga.
La lluvia de abril en Bogotá da señales de esperanza de que la situación mejore (ante el terrorífico 15% lleno de capacidad de los embalses que se enfrenta hoy), pero desafortunadamente es un asunto del que ya se vislumbra se volverá a hablar en la próxima temporada seca.
Por eso es tan importante estudiar con cuidado las consecuencias de las posibles acciones planteadas ante la emergencia, como el estudio que cita hoy El Tiempo al respecto con apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, que aunque valioso, tras más de una década de realizado, requeriría ser actualizado. Así mismo, con otras propuestas que han surgido por estos días, como retomar la construcción de la segunda fase del embalse de Chingaza o el “bombardeo de nubes” para la generación de lluvia artificial.